Publicado: 19 de Abril de 2018
Se ha dicho que los niños y ancianos representan un punto de encuentro, presentan en ambos casos peculiaridades que el médico tratante debe distinguir para precisar el tratamiento idóneo.
La piel del recién nacido aun en inmadurez, presenta una capa grasa llamada vérnix caseosa, que tiende a desaparecer y se produce una descamación normal o fisiológica que puede durar hasta 3 y 5 semanas.
En el recién nacido la cantidad de pelo es dependiente de rasgos particulares o familiares, pero puede producirse una caída difusa, perceptible o no, que se recupera progresivamente(defluvio telógeno).
El tegumento del anciano depende del trato recibido: Grado y tiempo de exposición solar, negligencia en la higiene, falta de cuidados(hidratación, etc), carencias alimenticias, enfermedades padecidas, predisposición familiar o genética, etc. todo ello produce o contribuye a cambios en el aspecto de la piel, esta se vuelve fina, muy delicada, fláccida, con cambios de color, disminuye la elasticidad y aparecen arrugas, el pelo se torna gris y cano y más escaso, las uñas crecen con más lentitud.
En ambas situaciones niño-viejo, se deben extremar los cuidados a la hora de prescribir tratamientos médicos. Si necesita una consulta especializada privada en Madrid, puede contactarnos en al teléfono 620 17 79 15.