Dentro del grupo de los eccemas, existe un tipo, extraño, cambiante y de difícil encasillamiento en la clasificación de las enfermedades de la piel.
Hablamos de los eccemas microbianos. Los microbios, las bacterias y los hongos, en efecto, pueden actuar en las formas más diversas. Ya sea elaborando sustancias alergizantes en el mismo sitio donde pululan o a distancia, o bien como infección secundaria.
Una variedad en particular, es el llamado Eccema numular (nummus en latín, es moneda) o dermatitis discoide. Este tipo de eccema se define sobre todo por su evolución clínica. Se caracteriza por un conjunto de placas discoideas u ovaladas de 2 a 5 cm de diámetro y bordes netos, con extremado picor. Su aspecto es muy similar a las lesiones debidas a hongos tricofíticos con los que hay que hacer el diagnóstico diferencial.
La evolución es caprichosa y a menudo prolongada. Hemos comprobado su desencadenamiento por infecciones subclínicas faríngeas, uretrales, prostáticas, infecciones dentarias, etc. Y otras veces en períodos de estrés severo. Un paciente del Dr. Arnold (eminente dermatólogo norteamericano) que se había mantenido controlado durante 7 años gracias al tratamiento, después de divorciarse no presentó más lesiones y no necesitó más tratamiento. En los últimos tiempos se ha valorado su relación con la dermatitis atópica (Atopia tardía) y la ingesta excesiva de alcohol.
En estos pacientes es imprescindible iniciar la búsqueda de un foco séptico capaz de ser el gatillo desencadenante de los brotes cutáneos y un estudio microscópico de las lesiones para descartar la infección por hongos y comprobar la existencia de bacterias patógenas.
Un buen diagnóstico y manejo puede eliminar los brotes o espaciarlos y/o hacerlos más llevaderos al paciente. Aconsejamos prudencia en el uso de corticoides tópicos o sistémicos.